sábado, 18 de junio de 2016

Escrito en fuego



Caminaba por la Gran Vía principal. Con su pantalón violeta, su chaqueta verde y su paraguas, escuchando música desde el móvil, era una mas entre las pocas personas que transitaban la calle. Ni se fijaba en los demás ni ellos en ella. Andaba tranquila, cabizbaja y con una sonrisa en el rostro, pensando en lo que desayunaría: acababa de salir del médico y no le había dado tiempo.

Pasó por delante de una asociación contra los desahucios y por un grupo político buscando el voto. Normalmente prestaría atención a esas cosas pero ese día estaba cansada, así que los ignoró. Hizo lo mismo con los top manta con los que se encontró, sin inmutarse. En su burbuja, ella era feliz y no quería nada mas en ese momento.

Se paró cuando vio un barco pirata de madera por el rabillo del ojo, descansando en una tela verdosa que cubría el suelo. ¿Quizás...? Alzó un poco la vista y una imagen fugaz acudió a su mente: Un día de verano, con un amigo, varias figuras exquisitamente trabajadas y un señor tallando concienzudamente la madera. Sabía que aquel día le había dado dinero, admirando su trabajo pero sin coger ninguna pieza para que otra persona se la comprase. También recordaba haber lamentado no tener una caja de tiritas en ese momento para dársela cuando vio algunas heridas cubiertas con celo. Sin embargo, de esto habían pasado cuatro o cinco años. Había tenido la esperanza de que hubiese encontrado un trabajo en todo aquel tiempo aunque ahora sabía que el destino no le había sonreído. 

Observó un par de minutos como trabajaba: una sierra de muy pocos centímetros cortando una pequeña tabla de madera. Se dio cuenta de los cambios que se habían producido en aquellos años: sus manos, antaño enérgicas, se habían endurecido y faenaban sin esperanza. Trabajaban de forma mecánica como si no pudiesen hacer otra cosa. Se movían suaves y lentas, tediosas, como si no supiesen el motivo por el que tenían que hacer aquello, como si supiesen que aquello era inútil. Entonces se fijó en otros detalles, como su ropa: mucho mas sucia, mas rota y desgastada. 

Le invadió la inquietud. Leyó los dos carteles que tenía puestos en cartón, con muy buena ortografía, en los que pedía comida para su familia y dinero. Abrió el bolso y sacó su cartera mientras notaba un par de miradas reprobatorias clavadas en su nuca. Las ignoró. Cuando vio el dinero que tenía, apenas un euro, se sintió mal: le hubiese gustado poder darle mas. No obstante, agarró las monedas y se acercó. Notó como un par de personas se paraban a observarla, mientras se agachaba y soltaba el dinero en el pequeño objeto negro, similar a las fundas de los instrumentos musicales.

Él notó el gesto y la miró a los ojos mientras murmuraba un agradecimiento y la bendecía con el símbolo cristiano de una cruz. Mas tarde se daría cuenta de aquello porque tenía su mirada clavada en él, algo que la paralizó durante aquel breve instante, luchando por no llorar y sintiéndose estúpida. Su corazón se encogió y rasgó y un nudo en la garganta la incapacitó para decir lo que en esos momentos, se cruzaba por su aturdida mente y la torturaba por dentro.

Desolación. Preocupación. Agotamiento. Presión. Tristeza. Desesperanza. Angustia. Aquello fue lo que ella vio en sus brillantes ojos, acompañado de una gratitud y calidez que llegaron hasta su alma. Se incorporó con lentitud sin dejar de mirarle, angustiada por lo que había visto. Su burbuja se esfumó mientras pensaba en el banco o supermercado mas cercano. Por desgracia, no sabía de ninguno. Ese hombre pedía comida, quizás le diese tiempo de ir a su casa, coger algo a escondidas y llevárselo. Con dificultad, continuó su camino, su mente barajando todas las posibles opciones a su alcance, sintiéndose ruin y miserable porque sus problemas eran una nimiedad. 

No había avanzado ni veinte pasos cuando una música llegó a sus oídos. Elecciones. Otro partido político estaba ahí cerca, haciendo su campaña: ella podía ver su stand. Se giró y vio al señor trabajando de nuevo su tablilla. Volvió a fijar su atención en los afiliados que hacían propaganda en la mesita, parando a la gente de vez en cuando. Tenían que haberle visto y sin embargo, actuaban como si él no existiera... y en ese mismo momento, recordó como todos los partidos políticos prometían ayudar a los mas desfavorecidos, a los que no tenían recursos. Recordó como todos decían comprender el sufrimiento de esas personas, que las sentían cercanas... como decían hacer cualquier cosa por ayudarlos. Todo muy bonito frente a las cámaras, dándoles incluso dinero para mejorar su imagen... porque eso es lo que eran ellos: pura imagen, nada real, nada cierto. Un puñado de promesas vacías para poder cobrar sueldos escandalosos y vivir con lujos. A escasos metros había una persona necesitada, desamparada, abandonada y no la veían. Podían acercarse, aunque solo estuviesen afiliados al partido  (sin ningún representante cerca) e intentar ayudarle. Podían acercarse a él para preguntarle que creía que era importante, preocuparse por su situación con la promesa de llevarla al partido para poder hacer una política mas eficaz si conseguían los votos... pero él era invisible a sus ojos. Desgraciadamente, ella sabía que para aquellas personas, una caca de perro en el suelo sería mas importante que el señor que estaba a pocos metros de ellos. Las lágrimas acudieron de nuevo pero logró controlarlas, mientras avanzaba cabizbaja. Aquel era su país, uno en el que no importaba mentir y donde solo los votos eran lo importante y no las personas. 

Se puede juzgar a la gente por como trata a sus inferiores y en aquel preciso instante, ella se fijó que nadie reparaba en él. Triste, desesperanzada y con el corazón apretado en un puño minúsculo, pasó de largo cuando fueron a donde ella a darle información del partido. Ella les había votado para la alcaldía de la ciudad, había confiado... ahora estaba segura de que se había equivocado, pero ¿a quién podía votar? No había diferencia. Sabía que tenía que ir el veintiséis de junio a ello... al menos, tenía tiempo para pensar... no sabía el qué, exactamente. 

Siguió su camino, sin poder olvidar lo que había visto, lo que había sentido y pensando en todo ello, martirizándose de alguna manera, incapaz de alejar su mente... y aquella misma noche, las lágrimas lograron fluir, en silencio y soledad. Al día siguiente, decidió escribir el episodio... para publicarlo, después, en un blog... sin poder olvidar aquel incidente, aquellos sentimientos... y llevando, en el fondo de su mente, corazón y alma, aquella mirada desamparada, escrita en fuego.

6 comentarios:

  1. Siempre las mismas promesas querida niña. Los políticos que "se juegan" por un cargo por un lado y las necesidades de los desprotegidos , lejos, muy lejos de sus pensamientos. En esos días , a los políticos lo único que les importa son las urnas y los resultados. Trabajar , pero no por el pueblo, sino para vivir luego a costa del pueblo. Porque total esas miradas tristes y con desesperanza qué interesan. Interesa convencer, persuadir o ilusionar a "los nadies", como diría Eduardo Galeano, para después vivir de ellos, exprimirles "hasta la última gota de sangre" y si se mueren de hambre ¡Qué importa! Total...ellos tienen montañas de dinero robado y no ven el dolor de la gente engañada que un día los votó. Te envío un abrazo enorme mi querida Garbiñe y deseo para ti lo mejor de este mundo dividido en dos: los de arriba y los de abajo.Besos
    Carmen Vargas

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    1. Muchas gracias Carmen por el comentario :)

      Si, desgraciadamente no importa el mundo en el que estemos, las cosas son así en todos lados... y vernos empujados a tener que elegir entre uno y otro, sabiendo que apenas hay diferencias...

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  2. Me gustó mucho Garbi.
    Admiro y disfruto tu sensibilidad.

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    1. Muchas gracias ciclopata por leer y comentar :)

      Me alegro mucho que hayas disfrutado del trabajo :)

      Besos y un saludo ^-^

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  3. Garbi:
    Admiro tu profunda sensibilidad y buen oficio para escribir, una vez más me identifico con tu sentir y pensar, siempre coherente, siempre en la misma línea y a la vez me llena de esperanza conocer a una persona tan joven como tú que ha logrado sustraerse de la carrera desenfrenada por obtener popularidad y poder que prevalece en las redes sociales. Tienes un don, exponer con sumo respeto y dulzura temas que laceran el alma.

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  4. Muchas gracias María del Carmen por leerme y comentar :)

    Cuando se disfruta lo que se hace, no importa ni la edad ni las modas que los de la propia generación puedan imponer. Cuando se escribe por gusto, placer y diversión... se deja volar la imaginación, ajeno a «tendencias, corrientes y modas» y a lo «mas o menos» adecuado, buscando su propia voz en las profundidades de los océanos.

    Por supuesto, el respeto es esencial y trato de que nadie se sienta ofendido con los contenidos, especialmente cuando a opiniones se refiere, son temas mas espinosos.

    Muchos besos y un saludo :)

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